Política para scrollear: Cómo las redes cambiaron el juego (y por qué debería preocuparte)


Seguro lo notaste. La política ya no es lo que era. Pasamos de los discursos largos en televisión a un político haciendo un challenge en TikTok. De la cadena nacional solemne al meme que se viraliza en grupos de WhatsApp. Este cambio no es una anécdota; es la transformación más profunda de la comunicación política en décadas, y está ocurriendo ahora mismo, frente a nuestros ojos.

El viejo escenario donde los medios tradicionales ponían las reglas y los políticos hablaban desde un púlpito se derrumbó. Hoy vivimos en un ecosistema digital fragmentado, caótico y gobernado por algoritmos.

En Ya lo vas a entender, te proponemos un viaje al corazón de esta nueva era. Analizaremos tres fenómenos clave que definen la política actual: el politainment (la política como show), la desinformación (la guerra sucia digital) y el meme como la nueva arma de movilización. ¿Estamos ante una democracia más participativa o una que se vacía de contenido?


1. Adiós a la TV: Cómo el político se convirtió en influencer 📺➡️📱

Hasta hace poco, el poder se comunicaba de una sola manera: de arriba hacia abajo. El ejemplo perfecto era la cadena nacional, donde un presidente le hablaba al país entero a través de la televisión, sin intermediarios. Era el epicentro del poder mediático.

Ese mundo ya no existe.

Hoy, las reglas las ponen las plataformas. Según un informe del Reuters Institute de 2025, el 60% de los argentinos ya usa las redes sociales como su principal fuente de noticias. El poder ya no está en controlar la pantalla de TV, sino en dominar el scroll infinito de Instagram, Facebook y, sobre todo, TikTok.

La campaña presidencial de Javier Milei en 2023 fue el caso de estudio perfecto. Su estrategia no se basó en los grandes medios, sino en un ejército de cuentas “fandom”, videos virales y streamings en vivo. Creó una conexión directa con una audiencia joven, hablando su idioma y saltándose todos los filtros tradicionales. El político dejó de ser un orador para convertirse en un creador de contenido. Incluso la cadena nacional se resignificó: ahora es un contenido más que se recorta, se edita y se viraliza en TikTok con música y efectos, como si fuera el video de un influencer.


2. Politainment: Cuando la política es un show (y el ciudadano un espectador) 🤡

Este nuevo escenario tiene un nombre: politainment, la fusión de política y entretenimiento. Es el tratamiento de los asuntos públicos de forma superficial, espectacular y centrada en el conflicto. La lógica es la de la “economía de la atención”: lo que importa no es la verdad o la profundidad, sino capturar tu clic y tu tiempo de pantalla.

Aquí surge una gran paradoja para la democracia:

  • La cara positiva: Algunos creen que esto acerca la política a la gente, generando más participación (likes, compartidos), debates y activismo digital. La política como espectáculo podría, en teoría, despertar el interés cívico.
  • La cara negativa (y más probable): La mayoría de los expertos advierte lo contrario. Al centrarse en “la pelea por la pelea” y simplificar problemas complejos, el politainment trivializa el debate público. Esto alimenta la desafección política: un sentimiento de cinismo y rechazo hacia las instituciones.

El resultado es peligroso. Pasamos de un ideal de ciudadano informado, que participa en la toma de decisiones, a un espectador pasivo que consume política como si fuera una serie de Netflix, esperando el próximo giro dramático.


3. La guerra sucia digital: Fake news y la batalla por la verdad 🤥

En un mundo donde las emociones venden más que los hechos, la desinformación es la reina. Este fenómeno se enmarca en lo que llamamos posverdad: un contexto donde las creencias personales y los sentimientos tienen más peso que los datos objetivos.

La campaña de 2023 en Argentina fue un manual de cómo se utiliza la desinformación como arma política: fotos trucadas, citas falsas y audios manipulados circularon masivamente para dañar a candidatos. El objetivo no es solo mentir, sino enturbiar el debate hasta que ya nadie sepa qué es verdad.

La situación ha llegado a un punto crítico en que la Justicia está empezando a intervenir. En un fallo histórico de julio de 2025, la Cámara Nacional Electoral procesó a una persona en Córdoba por crear videos falsos para perjudicar a un candidato, argumentando que estas acciones “afectan la integridad del proceso electoral”. Es una señal de que el sistema legal intenta, con dificultad, ponerse al día con la manipulación digital.

Frente a esto, han surgido iniciativas de fact-checking y programas de alfabetización mediática. Pero la batalla es desigual, sobre todo con la llegada de la Inteligencia Artificial y los deepfakes, que harán cada vez más difícil distinguir lo real de lo falso.


4. El Meme: El arma (y el escudo) de la política digital 😂

Si hay un lenguaje que define esta era, es el meme. Lejos de ser solo un chiste, el meme político se ha convertido en una de las herramientas más poderosas de comunicación.

¿Por qué es tan efectivo?

  • Es un atajo emocional: En lugar de un argumento de 10 minutos, un meme te entrega una “píldora” de ideología en segundos. Valida lo que ya crees y ridiculiza al adversario.
  • Construye identidad: Compartir un meme es una forma de decir “yo soy de este grupo y no de aquél”. Refuerza el sentido de pertenencia y moviliza a los convencidos.
  • Es anónimo y masivo: A diferencia de una columna de opinión, un meme no tiene autor visible y se propaga como un virus, lo que le da un aire de “verdad popular”.

Inicialmente, el meme era una herramienta de la ciudadanía para criticar al poder. La gran novedad es que ahora los políticos han aprendido a usarlo. Crean su propio contenido viral, se apropian de frases de debates y hablan en “lenguaje meme” para conectar con sus bases, transformando un arma de contrapoder en un instrumento de propaganda.


Conclusión: El futuro ya llegó y la democracia está en juego

Este nuevo paisaje digital no tiene vuelta atrás. De cara a 2030, la Inteligencia Artificial (IA) va a intensificar todos estos desafíos. Permitirá crear campañas hiperpersonalizadas, pero también facilitará la creación de deepfakes y desinformación a una escala nunca vista.

La resiliencia de nuestra democracia dependerá de cómo respondamos a este caos. No se trata de volver al pasado, sino de adaptarnos. Gobiernos, medios y plataformas tienen una enorme responsabilidad, pero la pieza clave somos nosotros, los ciudadanos.

La pregunta que nos queda es: ¿estamos dispuestos a hacer el trabajo? ¿A dudar, a verificar, a buscar fuentes confiables y a participar en el debate más allá del like o del meme fácil? En un mundo de política para scrollear, desarrollar un pensamiento crítico es, más que nunca, un acto de supervivencia democrática.

Y vos, ¿te informás por redes sociales? ¿Sentís que la política se volvió un espectáculo? ¡Te leemos en los comentarios! 👇

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