
El reciente escándalo que sacude la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS) es más que un simple caso de corrupción. Es un espejo que confronta al gobierno de Javier Milei con la contradicción más profunda de su proyecto político. La “guerra contra la casta” que se prometió ha encontrado a su primer enemigo no en el búnker de la “vieja política”, sino en el círculo íntimo del poder. Las acusaciones que involucran a Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem no son solo una mancha: son un punto de quiebre que obliga a repensar si el cambio de gobierno realmente ha implicado un cambio de prácticas.
El patrón que se repite
Las denuncias sobre un supuesto esquema de coimas, donde se exigía un “retorno” del 8% a los laboratorios, nos remiten a los patrones más lamentables de la política argentina. Hablamos del “negocio de la enfermedad”, una dinámica que convierte el acceso a la salud en un canal de lucro ilícito. El texto base lo plantea con claridad: se pasó de un Estado que, como en la época de Illia, protegía el derecho a la salud, a uno que es cooptado para fines privados. El dinero desviado de la ANDIS no es un robo abstracto; es dinero que se le quita a tratamientos vitales para personas con discapacidad y enfermedades crónicas. Este no es un delito contra el patrimonio público, es una violación a los derechos humanos fundamentales.
La herencia de la política de “confianza personal”
La política de la “confianza personal” ha sido una constante en nuestra historia, y el caso ANDIS es su última manifestación. La designación de funcionarios sin la idoneidad técnica necesaria, solo por su cercanía al poder, crea el caldo de cultivo perfecto para la corrupción. Las acusaciones de que Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem, figuras sin experiencia probada en la gestión de programas de salud, operaban esta red, sugieren que la captura del Estado por los vínculos de poder no es una exclusividad de la “casta” a la que se critica.
Y el apellido Menem no es casualidad. Trae a la memoria la lógica de la “operación política” y el “manejo de caja” que caracterizó a décadas de gestión, donde la lealtad se imponía al mérito y la transparencia era una opción.
La prueba de fuego del discurso
El gobierno de Milei se ha diferenciado por su audaz confrontación discursiva. Sin embargo, la reacción ante este escándalo ha sido la misma que la de los gobiernos que promete erradicar: desestimar los hechos, hablar de “maniobras políticas” y evitar una respuesta contundente. La falta de una auditoría transparente, o la destitución inmediata de todos los involucrados, erosiona la credibilidad de un gobierno cuya principal carta de presentación es su honestidad.
El caso ANDIS no es un evento aislado. Es un síntoma de un sistema con fallas institucionales profundas, donde la opacidad en las compras públicas y la debilidad de los organismos de control son una constante, independientemente del color político.
La oportunidad de la transparencia
El escándalo de la ANDIS plantea una serie de preguntas urgentes sobre el futuro del gobierno de Javier Milei. La “cruzada contra la casta” ha chocado de frente con la cruda realidad de la política argentina: ¿Se puede transformar el Estado con las mismas lógicas de poder que se critican?
Los interrogantes que surgen son:
- Credibilidad en jaque: Si el círculo más cercano del Presidente es señalado por presuntos hechos de corrupción, ¿qué nivel de autoridad moral le queda al gobierno para pedir un sacrificio a la sociedad? ¿Cómo se reconstruye la confianza en un discurso que choca con los hechos?
- La gobernabilidad en riesgo: El modelo de gestión de “confianza personal”, donde las decisiones se centralizan en un pequeño grupo, ¿es sostenible a largo plazo? ¿Qué sucede cuando ese grupo se ve afectado por acusaciones de corrupción? ¿No es este el mismo patrón que históricamente ha debilitado a los gobiernos en Argentina y la región?
- El futuro de las reformas: Si la lucha contra la corrupción no es una prioridad real, ¿cómo se implementarán las reformas estructurales tan necesarias? ¿Cómo se puede auditar el gasto de la “casta” si no se audita el propio?
- Una oportunidad perdida: ¿Perderá el gobierno la oportunidad de impulsar una verdadera reforma del Estado, basada en la transparencia y el mérito, por priorizar la defensa de sus figuras más cercanas?
El caso de la ANDIS es una prueba de fuego para el gobierno de Milei. Su respuesta a estas acusaciones no solo definirá si cumple o no con sus promesas, sino que también sentará un precedente sobre el tipo de gobernabilidad que podemos esperar en los próximos años. El futuro de la gestión política no se juega en las redes sociales, sino en la capacidad de enfrentar, con hechos y no solo con palabras, a la corrupción que prometió erradicar.